sábado, 8 de agosto de 2009

Sin razón



Parezco una chica dura, pero a veces lloro. Lo hago a solas, sin que nadie me vea y dejo que las lágrimas recorran mi cara cual ríos que buscan el mar. Parezco feliz, pero no siempre lo soy...como todos, supongo...

Si busco dentro de mi las causas de esas lágrimas, las razones de esa infelicidad, me tengo que remontar a mis comienzos, recuerdo una niñez estricta, donde no tenía cabida el ruido, ni la música, ni la algarabía. Los estudios, el deporte, la disciplina fueron la parte integral de mi educación. Disciplina, disciplina, disciplina....más disciplina. Y así, sumergida en ese ritmo frenético de los estudios obligatorios, los idiomas, el conservatorio, la gimnasia rítmica, el ballet, el karate, la natación... fui creciendo sin que me permitieran un sólo espacio para mi. Para mirarme al espejo y contemplarme, para "perder el tiempo" escuchando las éxitos musicales del momento, para una larga charla telefónica...

Y me convertí en adulta, varias carreras, varios idiomas, varios instrumentos, un buen cuerpo, unas buenas formas.... pero a veces ciertamente infeliz. En esa extraña educación, casi marcial que me ofertaron se dejaron por el camino algo que considero de lo más primordial: el encuentro con unos mismo, el conocimiento de las propias estructuras internas, la canalización de los sentimientos... Son en esos aspectos donde aun me muevo como un bebé, donde todo lo aprendido, todo lo procesado no da respuesta a las miles de sensaciones que recorren mi cuerpo a cada instante y es justamente en el momento en el que me paro a escucharlas cuando las lágrimas que describía al comienzo de estas letras recorren mi cara si llegar a entender las razones de una forma racional....

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