Cuando nos encontramos las fuerzas regresan a mí. Miro tus ojos y sé que todo está bien, que las cosas vuelven a su sitio, buscan su espacio natural.
Sonríes y me siento bien. La cara se llena de luz de los cielos limpios del mundo y te transformas en una mujer paisaje a la que admiro y en un lugar natural donde puedo vivir.
Cada día te intento seducir de una manera nueva para mi, porque a tu resistencia infinita se opone mi infinita paciencia, que antes nunca había tenido. Es como si la fuerza del amor nos legitimara, como si ya hubiéramos sido amantes y por tanto estuviéramos esperando un futuro cierto. Cada día de mi amor pasado es futuro confirmado, y reconfirmado con cada encuentro.
Mi forma de ser antes de ti como un relámpago duro y contundente. Y ahora de golpe el relámpago se transforma en partículas elementales, dejo de ser solido para ser gaseoso.
Me deslumbra ver tu capacidad para generarme curiosidad, ternura y deseo y ello hace infinitamente más potente cada átomo (molécula) gaseosa mía. Nuestros momentos me dan alegría, seguridad, me confirma, porque vuelve vaporoso y atomizado lo que era hasta hace poco metal relampagueante.
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